¿Serías capaz de definir qué es una familia?

Recuerdo la pregunta que nos lanzó el profesor de antropología. Nos pidió que definiéramos, qué es una FAMILIA. ¡Qué sencillo, creíamos!

Recuerdo la pregunta que nos lanzó el profesor de antropología. Nos pidió que definiéramos, qué es una FAMILIA. ¡Qué sencillo, creíamos! Enseguida empezaron las respuestas:
“Matrimonio, con hijos” … ¡Ah!, ¬–decía él– ¿y si no es una unión legalizada?
“Grupo de padres e hijos” … ¡Ah!, ¿y si no hay hijos, o los padres están ausentes?
“Personas unidas por consanguinidad” … ¡Ah!, ¿los padres tienen que ser parientes?
“No, la consanguinidad es con los hijos y hermanos” … ¡Ah!, y ¿si los hijos son adoptados?
“Pareja comprometida de hombre y mujer” … ¡Ah!, ¿y si son parejas del mismo sexo?
“La familia es la que educa” … ¡Ah!, ¿incluyes a todos los profesores?
“Grupo de personas unidas por afecto” … ¡Ah!, ¿incluyes a los amigos?

Y así se iban sucediendo las respuestas en cascada y todas eran intentos fallidos, por ser incompletas. El profesor se divertía cuestionando las propuestas. Sobre todo al ver nuestro desconcierto. Estudiábamos psicología y ¿no sabíamos definir qué es una familia? ¡Un concepto tan básico! Al fin y al cabo, todos teníamos una. ¿Qué podía ser más sencillo?
No, no era tan sencillo.  De hecho, estudiamos el tema de la familia durante semanas. ¡Hay que ver lo que dan de sí, los estudios antropológicos! Fue asombroso descubrir la existencia de diversos criterios de filiación, la funcionalidad de los estatus e identidades sociales, el valor adaptativo de las diferentes uniones entre las personas, los tipos de poligamia que regulan la natalidad, la formación de unidades familiares en función de los vínculos genealógicos o de los ciclos vitales, etc.

¿Por qué no atinábamos en la definición? Aunque en ese momento no nos dimos cuenta, lo que andábamos buscando era una definición universal de FAMILIA. Creímos –en nuestra
ingenuidad e ignorancia–, que la familia era un fenómeno natural, como es natural reproducirse. Sin embargo, la familia NO es una realidad natural. Sí, habéis leído bien. La familia no es una realidad natural. Es una realidad social. Por tanto, es un concepto complejo y dinámico que, evoluciona a la par que los cambios sociales.

En los tiempos en que ocurrió la anécdota que os cuento, nuestras familias eran muy parecidas entre sí. Nada que ver, con lo que responderían ahora los jóvenes, dado que hoy, contamos con el divorcio, las parejas de hecho, el matrimonio homosexual, la adopción para personas solteras, distintos tratamientos de fertilización asistida, la maternidad subrogada (vulgarmente llamada “vientre de alquiler”), familias de acogida, familias reconstituidas, custodias compartidas, lo que llaman “poliamor”, etc.
Acabamos de mencionar cuántas realidades diversas pueden considerarse familia. La cuestión es, dado que usamos la misma palabra ¿qué tienen en común? Parad un momento y, sea como sea la vuestra, pensadlo. ¿Qué os hace FAMILIA?

Pues, nada más y nada menos, que EL CONTEXTO MÁS IMPORTANTE PARA EL SER HUMANO. Es el grupo que nos recibe al llegar al mundo, que nos asegura la supervivencia, con el que adquirimos nuestras primeras experiencias y que se encarga de enseñarnos, cómo relacionarnos con nosotros mismos y con los demás. Sea de la forma que sea, la familia es imprescindible para convertirnos en los seres humanos que somos.

La familia no la define su composición, ni los vínculos biológicos. La define la relación humana que existe entre sus miembros. El papel de los adultos es LA CLAVE que, lo pone todo en marcha. Somos responsables, tenemos el compromiso de proteger y satisfacer las necesidades físicas y psicológicas de los hijos, porque éstos comienzan su vida en la más absoluta de las dependencias…
Para que los niños aprendan a adaptarse a la vida, de forma sana e inteligente, la familia ha de estar llena de AMOR. Amor con mayúsculas, ése que se ocupa de hacerte los dos mejores regalos que se pueden hacer: el regalo de satisfacer todas las necesidades, que tienes como persona “en construcción” y el regalo de ir enseñándote a satisfacerlas por ti mismo en cuanto puedas hacerlo.

¿Os imagináis una familia, con ese amor?
Imaginaos que, ahora que ya sois adultos, vuestra familia ha alcanzado un momento de madurez en la relación y se comporta de manera que…
…os da atención, sin exigir la vuestra.
…os pide ayuda, cuando la necesita, sin reclamar un pago por sus servicios prestados.
…os acompaña, sin estar, invasivamente, presentes.
…os da su apoyo, incluso cuando tomáis decisiones que no consideran acertadas.
…confía en vosotros, sabiendo que os equivocaréis y que aprenderéis de vuestros errores.
…os aman y aceptan tal como sois.

Esa familia es un sueño. Si la habéis tenido, ¡¡recibid mi admiración!! Si se acerca, ¡enhorabuena! Y, si no la reconocéis, ¡podríais construirla para vuestros hijos!

En otro artículo podríamos hablar sobre las competencias parentales que nos pueden ayudar a lograrlo. Podremos analizar las actitudes y comportamientos que nos alejan de este fantástico modelo de respeto y amor, en el que deseamos que crezcan nuestros niños.

En Nuestra Escuela© estamos muy comprometidos con la educación de los más pequeños y asumimos la responsabilidad que conlleva. Queremos formar parte de ese ambiente en el que los niños, tienen derecho a crecer, con calidad y con calidez humana. Un ambiente en el que, juntos, su familia “de casa” y su familia “del cole”, les enseñemos a conocerse y respetarse a sí mismo y a los demás.
¿Ya sabéis por qué el proyecto de LA FAMILIA, es nuestro proyecto estrella? Pues claro, porque a través de él, queremos transmitir a nuestros niños, lo maravilloso que es vivir tantos momentos tiernos, divertidos, intensos y amorosos, con todas las personas que los rodean, los quieren y los cuidan cada día.

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